|
"Lo más duro a veces es comenzar" |
Perdí mi fortaleza física y mental! Quizá desde ese entonces comprendí un poquito más a las personas que caen en la depresión y de ahí al alcoholismo, o en otros casos en la obesidad.
Un 3 de octubre, hace tres años, luego de celebrar mi cumpleaños, recibí una llamada donde me informaban que mi papá había tenido un accidente y estaba prácticamente en coma. Mi "papito Néstor" estaba a un paso del más allá.
Fue una etapa dura, en la que la impotencia, sumado a la distancia de miles de kilómetros que me separaban de mi padre, me abatió el alma.
Pasaron los días y el poder del Señor, nuestro Creador, se hizo presente: papi Néstor se estaba recuperando... y se recuperó.
Sin embargo esa experiencia, sin yo sentirlo, cambió parte de mis hábitos. Si antes practicaba al menos un poco de deporte, dejé de hacerlo. Nada de indoor fútbol, nada de natación; las pesas para tonificar el cuerpo quedaron empolvadas. Y la vida seguía su curso. Canalicé mi energía en cuidar mi hogar y mi familia. Y pasé el umbral de los 40 años, pero cada vez que compraba ropa y tocaba mirarme al espejo, prefería hacerlo rápido y sin detenerme mucho.
Además se hizo costumbre la "cerveza del fin de semana", tan relajante, tan refrescante. Hasta que un día cuando me disponía a consumir, así, de la nada, como si ya lo hubiera decidido en mi interior muchísimo atrás, con la facilidad del encendido de un interruptor, me dije: "No! No voy a destapar esta botella. Más bien voy a hacer flexiones de pecho... Empezaré hoy mismo, ahora mismo". Esa fuerza interior, ese fuego, de immediato quizo apagarse con pensamientos fríos como témpanos de hielo: "Por qué voy a hacerlo? No tengo necesidad! Estoy cansado! Estoy tan débil!" En verdad que esa lucha interna es más fuerte que cualquier pelea externa. Me dije: "Está bien, voy a hacer 7 lagartijas o push ups". Y mientras me disponía, nuevamente esos pensamientos negativos se apoderaban de mi cabeza, pero los hice a un lado y empecé: Uuuuuuna, Doooooos, Treeeeeees, Cuaaaaatro - descanso - (Para qué hago esto? No voy a ningún lado), Ciiiiiiinco - descanso - (Así no obtenga nada, ya casi acabo), Seeeeeeeis (Uf! Una más), Sieeeeeete. Sí. Lo hice. Estaba contento, pero al mismo tiempo decepcionado -de estar contento- por haber hecho 7 flexiones. Como sea, han sido las más duras de mi vida, por el peso de mi cuerpo, y más que nada, de mis pensamientos.
Al día siguiente, a una hora similar hice el mismo ejercicio, solo que esta vez ya no hubo tanto debate mental. Y decidí continuar. Aunque sabía que ya no tenía 20 años ni que tenía que impresionar a nadie, decidí continuar.... Y continué. Probé nuevos ejercicios y en tan poquito tiempo como en un mes, noté cambios en mi cuerpo, que aunque era y se veía el mismo, lo sentía más firme, y comencé a dormir más profundo.
Hace como 5 ó 6 meses de aquello, y me compré unas pesas, para que no haya excusa de no poder ir a un gimnasio, o del clima, o que no tenga tiempo.
Y creo que todo esto, más que por mi cuerpo, lo hago por mi mente, demostrándome a mí mismo que sí es posible, que lo más duro a veces es comenzar... ahora toca mantenerse y no dejar.